Monday, September 12, 2005
Sábalo en extinción
Emergencia
La pesca en el Pilcomayo fue casi nula este año. Más de 2.000 aborígenes padecen los efectos de una tragedia anticipada. Bolivia, Paraguay y Argentina han sido los propios verdugos de la riqueza piscícola.
Martha Sánchez está desesperada. Entronada en un sillón de otras generaciones, la vieja wennhayek que por cuestiones del destino tiene el mismo nombre de la cantante rubia que nació en el país que ‘conquistó’ América en 1492, soporta la brisa helada del Pilcomayo machacando un bejuco para elaborar carteras. Es lo único que puede hacer para sobrevivir porque los más sabios le han advertido que el río seguirá negándole los peces que llegaban a tropel en épocas pasadas.
“Decían que vienen, que ya vienen, pero los peces nunca llegaron. Nos quedamos con las redes preparadas y con mucha hambre”, se queja y luego emite un silencio amable difícil de ignorar.
La Prefectura de Tarija tiene datos científicos que confirman que este año el Pilcomayo no ha sido magnánimo con los Wennhayek ni con la larga lista de gente que vive de la pesca: en 1986 se sacaron 1.440 toneladas métricas de sábalo, una de las especies más cotizadas en Bolivia, y el año pasado se consiguieron apenas 474 toneladas. La institución estima que este año la cifra será más desastrosa.
Un análisis realizado en 1999 por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (Jica), ya advertía la sentencia de muerte: “Los ríos potosinos de Tarapaya y La Ribera que sirven de afluentes del Pilcomayo tenían una concentración de arsénico mil veces más que el valor señalado por la Ley del Medio Ambiente y 5.000 veces superior a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
El estudio también hizo referencia a que se encontraron 99 miligramos de plomo en cada litro de agua y lo permisible era tan sólo de 0,05 mg/l. Según la investigación, esto se debía a que más de 20 ingenios mineros botaban cada día más de 1.200 toneladas de desechos contaminantes a los ríos Tarapaya y de La Ribera que se convirtieron en canales conductores del material minero hacia la cuenca del Pilcomayo.
Felipe Flores, presidente de la Federación de Cooperativas Mineras de Potosí y afiliado a la Asociación de Ingenios Mineros, dijo que desde este año sólo se está depositando a los ríos el 30% de los desechos mineros porque el resto es enviado a dos diques de Laguna Pampa.
“La naturaleza ya está cobrando su factura por el daño que se le hizo”, sentencia Roberto Salazar con la autoridad que le da su investidura. Es el director del departamento de Recursos Naturales y Medio Ambiente del Corregimiento de Villamontes y uno de los que también llora el exterminio del sábalo.
Pero los ingenios mineros no son los únicos verdugos del río tripartito. Una investigación de la Misión Rusa realizada en 1995, la misma que fue contrastada por la Prefectura de Tarija en agosto del año pasado, pone en evidencia que las grandes construcciones hidrológicas y complejos de riego ejecutados en la parte baja del Pilcomayo (Argentina y Paraguay) determinan cambios sustanciales en el medio ambiente del sábalo puesto que los mismos entorpecen la migración de los peces a territorio boliviano.
“El dique número 28, en Argentina, que no está dotado de construcciones efectivas para el paso de los sábalos, es la causa para la muerte masiva de los reproductores que habitan los bañados ubicados más abajo de las construcciones civiles”, detalla el estudio de la Misión Rusa. Pero este informe fue ignorado por los diferentes gobiernos que se turnaron en el poder desde que el mismo salió a la luz, en 1995.
La comitiva boliviana confirmó la denuncia de los rusos, evidenciando que la canalización de las aguas para beneficio de la agricultura, en territorio argentino, no tomó en cuenta que en dicha zona existe una especie piscícola que migra aguas arriba para cumplir con su ciclo biológico y que es de gran interés comercial en Bolivia.
También revelaron que desde hace 15 años los Esteros de Patiño, ubicados en territorio paraguayo, (donde también se cría el sábalo), no se conectan al cauce del Pilcomayo, lo que impide que desde ese lugar salgan los peces con destino a Villamontes.
Otra arma letal es la gran cantidad de sedimento que es arrastrado como consecuencia de la erosión de la cuenca alta (Bolivia) hasta la cuenta baja (Argentina y Paraguay). Este material que no es otra cosa que una mazamorra espesa de lodo, taponea los canales de la cuenca baja por donde los peces escapan para nadar en contracorriente hacia Bolivia.
Sin conocer ningún documento sobre el desastre que amenazaba al Pilcomayo, el pueblo Wenayhek vaticinaba lo que estaba pasando. “Los paraguayos y argentinos han trancado el río y están impidiendo el paso de los peces”, comentaban ya en el año 2000 cuando la pesca alcanzó a 557 toneladas métricas, una cantidad por debajo de las expectativas.
Martha Sánchez se ríe cuando dice que el Gobierno ha establecido que dictará la veda para la pesca el 15 de septiembre. “Piensan tomar medidas como si el río estuviera lleno de peces”, dice sentada en su trono ancestral, a orillas del Pilcomayo.
Las cifras en rojo
A buen ritmo 1440 mil toneladas Fue la cantidad de peces que se sacaron del río Pilcomayo durante el periodo del año 1986
Decadencia
946mil toneladas En 2001 ya se notaba una disminución de la pesca. La actividad piscicola empezaba a debilitarse
Alarma
474mil toneladas Esta cifra pone en evidencia que el decrecimiento de la pesca en Villamontes es cada vez más notorio.
Datos
Antepasado. Durante la década del 50 al 70 casi no existían concesiones establecidas para regular la pesca en el Pilcomayo. Los originarios de la zona habían heredado dicha práctica de sus ancestros y aún no habían explotado el interés comercial.
Aprovechamiento. Por lo general el inicio de la temporada de pesca está comprendido entre los meses de abril y mayo y termina entre agosto y septiembre.
Estudio. El inicio de la temporada de pesca está sujeta a monitoreos en la zona baja, donde se realizan mediciones biométricas para determinar las características de los peces. Se exige que los animalitos midan por lo menos 35 centímetros de largo.
Exclusivo. Mientras dura el periodo de veda se establecen sistemas de regulación especial que se denomina pesca de subsistencia, que consiste en mantener la actividad en forma exclusiva para los aborígenes.
Fuente: Prefectura de Tarija
El Deber Santa Cruz de la Sierra - Bolivia, Domingo 4, septiembre de 2005
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